Matamos lo que amamos. Lo demás
no ha estado vivo nunca.
Ninguno está tan cerca. A ningún otro hiere
un olvido, una ausencia, a veces menos.
Matamos lo que amamos. ¡Que cese ya esta asfixia
de respirar con un pulmón ajeno!
El aire no es bastante
para los dos. Y no basta la tierra
para los cuerpos juntos
y la ración de la esperanza es poca
y el dolor no se puede compartir.
El hombre es animal de soledades,
ciervo con una flecha en el ijar
que huye y se desangra.
¡Ah! pero el odio, su fijeza insomne
de pupilas de vidrio; su actitud
que es a la vez reposo y amenaza.
El ciervo va a beber y en el agua aparece
el reflejo de un tigre.
El ciervo bebe el agua y la imagen. Se vuelve
- antes que lo devoren - ( cómplice, fascinado )
igual a su enemigo.
Damos la vida sólo a lo que odiamos.
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Matamos lo que amamos...no pude dejar de repetir esa frase en mi cabeza durante la lectura de todo el poema. Creo que en ocasiones se torna absolutamente cierto...
ResponderEliminarY damos la vida a lo que odiamos...
Cruel e imperfecta naturaleza humana.
Me gusta tu reflexión al respecto, Oski. El ser humano que hace y deshace continuamente...
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