No sé si fue Ritsos u Homero
el que me convenció para entrar en el Caballo de Troya
teniendo sólo una espada y un espejo.
Vengo del desierto allí donde la arena
es la aflicción de cada forma.
Vengo de las Osas llevando
un fardel de estrellas y sosteniendo
en la mano una máscara de luna.
Vengo de la choza tejida con ramas refulgentes.
Vengo de una casa hecha de espejos.
Vengo del desfiladero curvo como espada
hecha mitad de nieve mitad de flores.
Vengo de las orillas del río montañés
allí donde cataratas ascetas
se mantienen de pie en las pétreas tinajas.
Vengo del Norte; con patines de hielo
dos medias lunas, sin parar me deslicé
sobre las nieves durante tres mil años.
Vengo de las tribus de los tártaros; soy el general
que degolló a Attar y también soy
el mismo Attar y el cuchillo que lo degolló.
Vengo de la negra galaxia de las hormigas que arrastra
una mariposa muerta como si fuese
el velero de un ángel como si fuese
Ícaro tras su caída.
Vengo de Grecia que eleva
con la mano el Peloponeso y disemina
a su alrededor las islas para que no esté
solo extendido en el mar.
Vengo del agujero de una rama podrida
en el que oficiaba en traje de abeja salvaje
o en el que llevaba talares vestiduras de mariposa.
Vengo de allí del atardecer
de Tesalia, donde pastoreé
durante mil años un rebaño de llamaradas.
Vengo del libro de Anaximandro; en él
me enncuentro siempre doquiera que vaya.
Me preguntan de dónde vengo.
¿Qué decirles?
No me entenderían.
Y luego
me llevarían atado al psiquiatra.
"Vengo", dije, así de simple, "de Agrinio",
escondiendo cuanto pude en esta palabra
lo "agrio", la "n", la "i" y sobre todo
la "o", que es venero y veneno,
casa mía y espejo y laberinto (pero sí
el más complejo laberinto y que parezca
tan simple, un ínfimo anillito).
miércoles, 30 de julio de 2014
jueves, 24 de julio de 2014
LA GRAN EXPLOSIÓN - ROBINSON JEFFERS
El universo se expande y contrae como un gran corazón.
Se está expandiendo, las más remotas nebulosas
se precipitan a la velocidad de la luz en el vacío.
Se contraerá, las inmensas flotas de estrellas y galaxias, de nubes de polvo y nebulosas
se retirarán al hogar, colapsarán estrujadas unas contra otras en un solo puerto, irrumpirán en un solo nódulo
y entonces lo reventarán, nada puede contenerlas; imposible expresar tal explosión; cuanto existe
ruge en llamas, los torturados fragmentos se precipitan alejándose unos de otros por todo el firmamento, nuevos universos
engalanan el tenebroso pecho de la noche; y en los lejanos confines las nebulosas más remotas, como lanceros a la carga, una vez más
invaden el vacío.
No es de extrañar que nos fascinen los fuegos artificiales
y nuestras bombas gigantescas: tal vez se trate de una especie de nostalgia del hogar, del estruendoso estallido de fuego del que nacimos.
Pero la suma total de todas las energías
que produjeron y contienen al enorme átomo sobreviven. De nuevo se concentrarán en un mínimo cúmulo, todo el poder y la gloria…
y explotarán sin duda una vez más; sístole y diástole: el universo entero late como un corazón.
La paz en nuestro tiempo no fue nunca una de las promesas de Dios; en cambio, una y otra vez, vive y muere, arde y se condena,
el gran corazón late bombeando en nuestras arterias Su vida terrible.
Es tan hermoso que no se puede creer.
Y nosotros, los simios de Dios —sus hijos trágicos— recibimos el beneficio de la belleza.
La vemos más allá de nuestro tormento, ése es el cometido de la vida.
No es un Dios del amor, ni la justicia de una pequeña ciudad como la Florencia de Dante, no es un Dios antropoide
que nos da mandamientos: éste es el Dios despreocupado e incesante. Mira el mar allá en la oscuridad
emitiendo sus destellos en la roca… mira la marea de estrellas… y el ocaso de las naciones… y el crepúsculo
errando con pies blancos y húmedos valle Carmel abajo, al encuentro del mar. Ellos son reales y nosotros somos testigos de su belleza.
Puede que la gran explosión no sea más que una metáfora —no lo sé— de la violencia sin rostro, de la raíz de todas las cosas.
Se está expandiendo, las más remotas nebulosas
se precipitan a la velocidad de la luz en el vacío.
Se contraerá, las inmensas flotas de estrellas y galaxias, de nubes de polvo y nebulosas
se retirarán al hogar, colapsarán estrujadas unas contra otras en un solo puerto, irrumpirán en un solo nódulo
y entonces lo reventarán, nada puede contenerlas; imposible expresar tal explosión; cuanto existe
ruge en llamas, los torturados fragmentos se precipitan alejándose unos de otros por todo el firmamento, nuevos universos
engalanan el tenebroso pecho de la noche; y en los lejanos confines las nebulosas más remotas, como lanceros a la carga, una vez más
invaden el vacío.
No es de extrañar que nos fascinen los fuegos artificiales
y nuestras bombas gigantescas: tal vez se trate de una especie de nostalgia del hogar, del estruendoso estallido de fuego del que nacimos.
Pero la suma total de todas las energías
que produjeron y contienen al enorme átomo sobreviven. De nuevo se concentrarán en un mínimo cúmulo, todo el poder y la gloria…
y explotarán sin duda una vez más; sístole y diástole: el universo entero late como un corazón.
La paz en nuestro tiempo no fue nunca una de las promesas de Dios; en cambio, una y otra vez, vive y muere, arde y se condena,
el gran corazón late bombeando en nuestras arterias Su vida terrible.
Es tan hermoso que no se puede creer.
Y nosotros, los simios de Dios —sus hijos trágicos— recibimos el beneficio de la belleza.
La vemos más allá de nuestro tormento, ése es el cometido de la vida.
No es un Dios del amor, ni la justicia de una pequeña ciudad como la Florencia de Dante, no es un Dios antropoide
que nos da mandamientos: éste es el Dios despreocupado e incesante. Mira el mar allá en la oscuridad
emitiendo sus destellos en la roca… mira la marea de estrellas… y el ocaso de las naciones… y el crepúsculo
errando con pies blancos y húmedos valle Carmel abajo, al encuentro del mar. Ellos son reales y nosotros somos testigos de su belleza.
Puede que la gran explosión no sea más que una metáfora —no lo sé— de la violencia sin rostro, de la raíz de todas las cosas.
jueves, 17 de julio de 2014
TODO MOMENTO NO ES - JOSÉ ELGARRESTA
Todo momento no es
sino ocasión de otro momento.
Toda realidad no es
sino ocasión de otra realidad.
Por eso un ciego
comprende mejor las estrellas
que tú,
en quien sólo aprecio la sonrisa.
Cuanto se oculta
tras ella
es cuanto busco
en mí.
¡Maldita sea!
Esto decía mi amigo
perdido en la noche profunda de las copas
y todos asentíamos,
pues nos dábamos cuenta
de que la vida es un asesino insobornable.
sino ocasión de otro momento.
Toda realidad no es
sino ocasión de otra realidad.
Por eso un ciego
comprende mejor las estrellas
que tú,
en quien sólo aprecio la sonrisa.
Cuanto se oculta
tras ella
es cuanto busco
en mí.
¡Maldita sea!
Esto decía mi amigo
perdido en la noche profunda de las copas
y todos asentíamos,
pues nos dábamos cuenta
de que la vida es un asesino insobornable.
miércoles, 9 de julio de 2014
CARICATURA DE LA VERDAD - ISABEL DE LOS ÁNGELES RUANO
Vengo de mitos desbaratados
donde se quiebra el tiempo.
Armo en mi ser nuevas estructuras.
necesito el mármol de las viejas creencias
para apoyarme en algo.
Definitiva ha sido mi luz y mi ceguera,
ha sido tajante su alucinada escarcha
y mi intento triste de huir de cualquier dogma.
Así, regreso a buscar el techo de una casa,
el calor de las mentiras conocidas,
el cristal que deforme una visión
con los gastados sueños rosa.
Huí de falacias acreditadas,
me despojé de su facilidad y sus cristales,
y de pronto en la gruta de Platón vi mi silueta
terriblemente deformada.
donde se quiebra el tiempo.
Armo en mi ser nuevas estructuras.
necesito el mármol de las viejas creencias
para apoyarme en algo.
Definitiva ha sido mi luz y mi ceguera,
ha sido tajante su alucinada escarcha
y mi intento triste de huir de cualquier dogma.
Así, regreso a buscar el techo de una casa,
el calor de las mentiras conocidas,
el cristal que deforme una visión
con los gastados sueños rosa.
Huí de falacias acreditadas,
me despojé de su facilidad y sus cristales,
y de pronto en la gruta de Platón vi mi silueta
terriblemente deformada.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)