Chimeneas que vomitan
el dolor ajeno
en la urbe dilatada
del pavimento y el progreso.
El humo se dispersa
y no contrae formas,
deambulando aires
intoxicando edificios.
Lejos quedó la natura
doliendo silencios
por un afán sucinto
insultante y mezquino.
Ya la flor no perfuma
el agua no se bebe
y de los ojos de Dios
lágrimas penden.
Denuncio la falta de amor
mientras la naturaleza muere
y la ausencia de esperanza
seca torrentes.
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