Después de cruzar ciertos agujeros
atravesé la nostalgia
como se atraviesa un suspiro
en medio de cualquier semáforo.
Mis zapatos tienen clavículas,
bocas que se atragantan de pasos.
Primigenia me apresuro,
por primera vez en los labios
del hombre que jamás besé.
La nostalgia está cocida a mano
como ese delantal que guarda en su ropero mi madre.
En silencio comienzo una oración
con la frase "prohibido olvidar",
la noche es un telón que humedece
un abrazo más por ofrecer,
uno persuasivo de adioses que no son definitivos.
Concluyo:
que los besos son para los que aman
sin promesas ni esperanzas.
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lunes, 2 de julio de 2012
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