martes, 19 de julio de 2011

POÉTICA - MANUEL BANDEIRA

Estoy harto del lirismo comedido
Del lirismo bien educado
Del lirismo funcionario público con libro de
registro expediente protocolo y
manifestaciones de aprecio al señor director

Estoy harto del lirismo que se detiene para
buscar en los diccionarios el cuño vernáculo
de un vocablo

Abajo los puristas
Vengan todas las palabras sobre todo los
barbarismos universales
Todas las construcciones sobre todo las
excepcionales
Todos los ritmos sobre todo los innumerables

Estoy harto del lirismo enamorado
Político
Raquítico
Sifilítico
Del lirismo que capitula ante lo que fuera
de sí mismo

Además no es lirismo
Será contabilidad tabla de cosenos secretario
de los amantes con cien modelos de cartas y
las diferentes maneras de agradar a las
mujeres, etc.

Prefiero más bien el lirismo de los locos
O el lirismo de los borrachos
El difícil y punzante lirismo de los borrachos
O el lirismo de los clowns de Shakespeare.

No quiero saber nada del lirismo que no es
liberación.

jueves, 7 de julio de 2011

LOS MONSTRUOS NUNCA MUEREN - CARLOS MARZAL

A Felipe Benítez Reyes

Los monstruos nunca mueren.

Si crees que retroceden, si parece
que han olvidado el rastro de tus días,
tus lugares sagrados, tus rutinas,
el bosque inabarcable de tus sueños;
si sonríes porque ya no recuerdas
la última noche en que te atormentaron,
ten por seguro que darán contigo.

Y entonces pisarán donde tú ya has pisado,
incendiarán tu bosque, tendrás cita
con ellos en su cama, jugarán con tus cartas,
beberás de su copa
y soñarán por ti castigos impensables.

Los monstruos nunca mueren.
Viajan dentro de ti, regresan siempre.
Son los pasos que escuchas
en el destartalado desván de la conciencia,
el ruido del somier de dos que follan
en el cuarto contiguo en que no hay nadie.

Los monstruos son las sombras chinescas que proyecta
un insomne demonio en la pared,
o el salvaje aleteo de un pájaro invisible
en un cofre cerrado; la llamada
en mitad de la noche, sin respuesta,
y es la respiración del monstruo
la que está al otro lado, jadeando.
Son el centro de un ojo
que no puede dormir,
porque no tiene párpado.

Pasa el tiempo, se pierde,
la memoria se pudre,
desolladero abajo de nosotros.
El amor se consume por obra de su fuego.
Los secretos terminan traicionándose,
cede la fiebre, el sol declina,
se nos muere la dicha del que fuimos,
el que somos se muere sin saberlo.
Pero los monstruos no.
Los monstruos nunca mueren.