viernes, 28 de septiembre de 2012

NO CORRESPONDIDO - GRISELDA GARCÍA

Aparto bruscamente el temor a lo reciente que nunca tuve
y pienso pienso pienso

que estarás haciendo
en el alucinatorio transcurrir del día después.

Vuelvo a oírte en discusiones sobre Mozart
subiendo volúmenes
mezclando pócimas en la cocina diminuta
deambulando por los cuartos llenos de aire.

No distingo la realidad de la escena
luego algo de todo eso supera mi imaginación
y satisface ocultos deseos,
pequeños tiranos de garras crueles
que vuelven todo dulce e irreal.

Pedime más:

he visto el porvenir cuando no estabas mirando
y era intenso, mezcla de uvas, almendras y azahar.
Pedime más

así sabré si al fin podré llegarte.

Presenciaré el comienzo de la pelea entre
el poeta y el miedo
provocaré el triunfo
desde mi lado de la cama

y al rato te veré despertar,
delicioso y suave,

desplegando tus alas de cristal
contra un cielo incendiado en blanco.

Desear con calma que
algún día me halles,
aguardando sigilosa
en las oscuras calles
de tu tempestad.

viernes, 14 de septiembre de 2012

CABALLITOS - JESÚS LIZANO

Que instalen caballitos
en todas las calles,
que llenen de caballitos las ciudades.
Siglos
llevamos con el invento de feria en feria
sin descubrir su humanísima aventura.
Que celebren los novios
su viaje en los caballitos,
de caballito en caballito.
Que cada familia tenga sus caballitos,
¡todos en los caballitos!
Que los amigos
hablen y sueñen y discutan
dando vueltas en los caballitos.
En ellos celebren sus consejos los ministros,
mientras queden ministros,
y en ellos se reúnan los señores obispos,
naturalmente, revestidos
de señores obispos,
mientras queden obispos.
Los pobres subirán para reírse del mundo
y los ricos
¡que suban los ricos a los caballitos
mientras todos los aplaudimos!
¡Y los señoritos!
¡Que suban los señoritos!
Y que acudan todos los solitarios, todos los vagabundos.
Y el congreso de los diputados
será el congreso de los caballitos.
Y los empresarios ¡qué risa, los empresarios!
Que suban los empresarios con los asalariados,
mientras existan salarios.
¡Los salarios del miedo!
Y, venga: comités centrales,
mafias, sectas, castas, clanes, etnias:
¡a los caballitos!
Y los músicos con los guardabosques
y el alcalde y los concejales
con las verduleras y los panaderos.
¡Viva! ¡Viva!,
gritarán los niños cuando vean
que suben los Honorables.
¡Venga, Honorables!:
¡A los caballitos!
Vamos a la ciudad a subir a los caballitos,
dirán los monjes a sus abades.
Y los académicos:
que se reúnan los académicos en los caballitos
y que se cierren todas las academias.
¡Ah, si todos los filósofos hubieran subido a los caballitos!
Que instalen caballitos en las cárceles,
en los cuarteles,
en los hospitales,
en los frenopáticos
y que se fuguen todos
montados en los caballitos.
Y todos los jueces a los caballitos,
¡venga! ¡venga!: ¡A los caballitos!
¿Y nada de procesos y de sentencias!
¡Ya vale de juzgar los efectos y no las causas!
¡A los caballitos!
Y que todos los funerales
se celebren montados en los caballitos
al paso silencioso y tranquilo de los caballitos.
Es la nueva ordenanza,
es el nuevo precepto:
¡todos a los caballitos!
¡La cabalgata de los caballitos!
¡Hacia la confederación de todos los caballitos!
Hasta que todos fuéramos niños…


domingo, 9 de septiembre de 2012

LA MOSCA FINAL - JOAQUÍN O. GIANNUZZI

Tiesa en el vidrio y su engaño, todavía
se aferra a un resto de luz menguante.
Calmada forma final
ya no tiene razón contra el invierno.
Un fracaso a la vista del cielo:
veo la dignidad
de concluir con la tarde, en un gris moribundo
aplastado a lo traslúcido. Una pizca
de frío residuo planetario
hacia abajo chupado, a lo indistinto.
En su descenso cumple
una certeza de orden, mientras ignoro
la ley de mi propia disolución.
La muerte
no me reserva esa lógica suave,
su tranquila mecánica
sino un final inexacto, sometido
a un desesperado anhelo personal.