Desde nunca te quiero y para siempre,
desde todo y quizá y para siempre,
desde el rotundo rayo que sube por la acequia de las horas
al látigo crecido en mis pupilas ponientes,
veloz mi voz, mi viento:
vértigo de desembocadura
y el más ingrato delta para acabar el viaje.
Hasta la nada espero,
hasta lo lejos de la memoria inútil y el cráter sin crepúsculo,
hasta la duda embriagada de rótulos celestes,
en la fiebre y la luna imantada de agosto.
De "Un lugar para el fuego" 1985
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Estoy descalzo en nuestra cocina, he puesto el café al fuego. En la cafetera pequeña, sé que no te gusta, reconozco esa expresión en tu cara. Prefieres que coma un par de ajos y un poco de beterrada, y tome al menos un vaso de agua mientras inspecciono las plantas del patio.
ResponderEliminarEn cambio, apuro el poco tabaco que me queda liando con el último papel. Y espero…el ruido del vapor de la cafetera pequeña; la nuestra…ya no la uso, esta desaborida…como mis labios al llegar la noche tras otro día infinito sin ti.
Ya sé que siempre dije que no quería regalos, que me bastaba con tu presencia. Mentía. Lo hacía tan a menudo… Por eso busqué una Amalia a la que pedirle… y encontré ésta.
Prométeme un regalo, una sorpresa…no sentí nada bajo la almohada. Me levanté sin prender la luz para no despertar tu ausencia, y miré las uñas de mis pies al bajar las escaleras… y si estuvieras en la cocina…y me apurases como cada mañana…
Pensé mientras te pensaba que tal vez otra Amalia entendería mi incapacidad para conservar, como Mario, tu paisaje intacto.
Nuestro amor decías era de siempre y para siempre, pero luego…decidiste ser mariposa…y no conejo…
Dime al menos que no tendré muchos más cumpleaños sin tí