Cuando una hormiga cae
ninguno se da cuenta.
Cuando yo estoy sufriendo hasta la médula
sólo yo lo averiguo.
Y se me antoja hoy-no sé por qué zodíaco-
que si sufro lo sepa todo el mundo.
Y que no es justo que padezca solo.
Y que alguna mujer debiera estar llorando
sobre mis metacarpios.
Al menos, ayudándome a llorar.
Me siento solidario con todo aquel que tiene
alguna torva pena, alguna neuralgia,
alguna madre agónica, alguna cárcel suya.
Y sólo pediría una brocha imponente
para llenar los muros de palabras soeces,
hasta que todos sepan
lo enfermamente triste
que un hombre puede estar de igual manera,
de igual simple manera
como caer una hormiga.
Me gusta especialmente el tono con el que se sostiene el poema, serio, no sufriente a pesar de hablar de sufrimiento, como de vuelta.
ResponderEliminarCualquier poema, texto o conversación que tenga hormigas me interesa, es cuestión de ser fiel a las obsesiones personales.
Creo que este poema habla más de soledad, de la injusticia de encontrarse solo cuando se necesita una compañía.
ResponderEliminarPrecioso blog. Te visitaré
Cualquiera de nosotros podría asumir lo que Arce describe en este poema. Lo difícil es describirlo como lo hace él. Me hipnotiza
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